Esta pintoresca ciudad situada en el Algarve, sur de Portugal, es conocida por su rica historia con influencias multiculturales y ambiente tranquilo. Cruzada por el río Gilão, destaca por su puente romano, calles empedradas y arquitectura tradicional con tejados de «quatro águas». Antiguo enclave fenicio y árabe, conserva vestigios de su pasado, como el castillo medieval y numerosas iglesias. .
LA VILLA

La historia de Tavira se remonta a tiempos prehistóricos, con evidencias de asentamientos humanos que datan de hace más de 3.000 años. Restos arqueológicos encontrados allí indican que la zona fue habitada por fenicios y romanos. En el siglo VIII, fue conquistada por los musulmanes, que dejaron una huella significativa en la arquitectura y en la cultura local que permanece hasta los días de hoy.
Durante el dominio islámico se convirtió en un importante centro agrícola y comercial. En 1238, fue reconquistada por el rey Sancho II de Portugal, a partir de entonces, la ciudad se desarrolló como un importante centro religioso y administrativo en el Algarve. Durante los siglos XV y XVI, Tavira prosperó gracias al comercio del pescado y la sal. La producción de sal en las salinas cercanas fue fundamental para la economía local.

PATRIMONIO HISTÓRICO Y CULTURAL
Es una ciudad muy curiosa y agradable de conocer. Su puente romano, conocido como «Ponte Antiga», conecta las dos orillas del río Gilão y fecha del siglo XVII, aunque se cree que hay estructuras romanas subyacentes. Es reconocida por su arquitectura tradicional algarvía, con casas blancas, azoteas en forma de trapecio («águas furtadas») y coloridos azulejos.
Cuenta con numerosas iglesias históricas, como la Igreja de Santa Maria do Castelo (s. XIII), Igreja de Santiago (s. XIII), Ermida de Santa Ana (s. XVI)o la Igreja da Misericórdia (s. XV), que reflejan la influencia religiosa en la ciudad. Cada iglesia tiene su propio estilo arquitectónico único y cuenta historias deslumbrantes.

Aunque a día de hoy sólo quedan algunas partes de sus muros originales del Castillo medieval de Tavira, la cima de su torre ofrece unas precisos vistas panorámicas. La ciudad está rodeada por paisajes naturales impresionantes, incluyendo el Parque Natural da Ria Formosa, un área protegida donde se pueden observar diversas especies de aves migratorias y disfrutar de actividades al aire libre como senderismo y paseos en barco.
La gastronomía local está fuertemente influenciada por el mar. Platos como el «atún a la brasa» y las «sopas de pescado» son esenciales en la cocina tavirense. Hay muchas opciones de restaurantes en las calles del centro histórico.

Los lugareños celebran con gran intensidad la Semana Santa y otras fiestas como la de São João con procesiones y música tradicional.
Muy cerquita de la ciudad está la isla de Tavira, una playa super tranquila que sólo se puede acceder por ferry o tren turístico. La isla forma parte del Parque Natural da Ria Formosa y allí también está ubicada la Praia do Barrril. Hicimos un paseo muy placentero desde la isla hasta esta playa. Cogimos un tren y llegando a la praia do Barril pudimos visitar el Cementerio de Anclas, un monumento compuesto por decenas de anclas oxidadas que homenajean la extinta industria atunera.