El Negrillón de Boñar, mítico olmo símbolo de la villa que se cayó el 5 de enero de 2016, volverá a ocupar su lugar en la plaza del pueblo, ahora en forma de escultura.
El acto de inauguración de la escultura «El Negrillón» tendrá lugar el lunes, 13 de agosto, a las 22hs en la plaza de Boñar y durante las Fiestas en honor a San Roque.
La escultura, homenaje al emblemático Negrillón, mide nueve metros de altura, está hecha de acero y tiene la forma similar al antiguo olmo centenario. Dispondrá de varias vitrinas que albergarán trozos de corteza, de una rama, de las raíces y del hueco del antiguo Negrillón. Estará iluminada y contará con una placa que habla de la historia del olmo centenario.
La iniciativa, que contó con amplio apoyo de los grupos políticos, ha sido encabezada por el alcalde de Boñar, Roberto Álvarez, que afirmaba que «Con esta escultura vamos a seguir manteniendo nuestra identidad como es el Negrillón». Álvarez también matiza la gran labor realizada por la ciudadanía boñarense que se ha implicado a fondo en el proyecto aportando una docena de propuestas populares que se verán plasmadas en el resultado final de la obra.
Historia del Negrillón de Boñar
Por Juan Carlos García Caballero
El viaje a los orígenes del Negrillón nos traslada a esta villa montañesa en el último tercio del siglo XVI. Más en concreto, al final de la primavera de 1574. Boñar cuenta entonces con algo más de dos centenares de almas y se estructura en torno a dos núcleos fundamentales. Uno, al norte, definido entre el puente viejo y el alfolí de la sal unidos por una alargada corredera. Otro, al sur, reunido en el interior del recinto amurallado dentro del cual se sitúa el castillo de dos torres cerca del arroyo Arbejal, la iglesia rodeada de un gran campo y el palacio del Duque, amén de otras viviendas a poniente de la muralla.
La iglesia existente en ese momento es de reducidas dimensiones (piénsese que su retablo mayor se corresponde con el relieve del martirio de san Pedro, hoy en uno de sus laterales) y seguramente cuenta con una grácil espadaña pues la esbelta torre que contemplamos no se construye hasta 1612. Al lado norte del templo, la fábrica posee una pequeña plantación de olmos cuyo verdor contrasta con la calidez dorada de la piedra de los muros sagrados.
El 10 de junio de 1574, don Juan Gutiérrez, arcipreste de Cervera y visitador por el obispo de León, don Juan de San Martín, llega a Boñar para revisar con su párroco, don Suero Alfonso, la actividad espiritual y la administración económica de la iglesia local. Estas visitas daban lugar a diversas recomendaciones y algunos mandatos que eran recogidos en el libro de fábrica de la parroquia. Entre los muchos que dicta el visitador destaca el siguiente:
«Item mando el señor visitador al rector y mayordomo que haga ecerrar la olmeda desta Iglia de pared o vargaños enderredor para que los olmos crezcan y los virgultos pupulen y que para la costa desto se corte y venda el olmo grande». (Archivo Parroquial de Boñar. Libro de Fábrica 1560-1619, folio 146).
De esta anotación parte el origen seguro del flamante Negrillón. La duda que nos queda es si el olmo que se desarrollará extraordinariamente fue uno de ésos con aspecto todavía de arbusto o fue el olmo grande pues el cumplimiento de los mandatos no siempre se ejecutaba con literalidad. Sea como fuere uno de los ejemplares de la huerta crece como hermano mayor de los demás. Una familia que recibe los cuidados oportunos como en 1757 cuando el mayordomo de la iglesia, Francisco Martínez, anota los 48 reales que costó su poda.
El negrillón agiganta su cintura y alarga sus grandes ramas con el paso de los siglos. Pero la soledad le alcanza al acercarse a su cuarto de milenio de edad. La construcción del nuevo templo parroquial (1805-1815) tiene como daño colateral la corta de todos los negrillos que acompañan al imponente olmo, no menos de seis, cuya madera es transformada en tablones y andamios. El esbelto trazado del nuevo templo se convierte así en su compañero inseparable. Aunque no será el único pues en 1925, Bernardo Crosa, un ingeniero de la recién inaugurada fábrica de talcos de Boñar, quiso obsequiar al pueblo con una figura tradicional de su tierra maragata. Encargado a Desiderio Cañón, carpintero local, el maragato fue colocado en lo alto de la torre dando origen entonces a la letra de la conocida jota boñaresa: «dos cosas tiene Boñar que no las tiene León: el maragato en la torre y en la plaza el negrillón».
En la década de 1980, una enfermedad llegada desde América ataca con virulencia a los olmos. La grafiosis no distingue tamaños y el negrillón acaba siendo víctima de su infestación. Ante los primeros síntomas de hojas y ramas secas se procede en 1985 a una fumigación externa completa. En el verano de 1986 se opta por una intervención más invasiva. Se descubren sus principales raíces y se procede al inyectado directo de unos 400 litros de fungicidas. Pero la enfermedad sigue avanzando y comienza a debilitar al gigante.
El día 24 de junio de 1989 se quiebra una enorme rama que cae sobre la esquina de la escalera de la torre. Debido al imparable deterioro estructural, el 31 de julio de 1993 se cortan las ramas secas por seguridad. Su elegante figura queda reducida así a una suerte de mano que extiende sus dedos al cielo en busca de aliento, quien sabe si de auxilio desesperado.
Su lenta agonía finaliza a las 8:30 de la mañana del 5 de enero de 2016 cuando su esqueleto carcomido se derrumba sobre el campo que le había visto brotar cinco siglos atrás.