Tuvimos la oportunidad de visitar el Museo Etnogáfico de Grandas de Samime durante el recorrido del Camino Primitivo, en un fin de semana que hicimos la 6ª y 7ª etapas. Llegamos de una caminada de 20,5 km, desde Berducedo, y pudimos disfrutar con tiempo del pueblo, comimos como reyes y dormimos allí antes de emprender, al día siguiente, el tramo desde Grandas de Salime (Asturias) hasta A Fonsagrada (Galicia). .
Tengo que confesar que fue una grata sorpresa la visita al Museo, la verdad no esperaba que fuera tan completo y espectacular.
El museo fue fundado en 1984 sobre la base de la colección etnográfica reunida por J. Mª Naveiras Escanlar, Pepe el Ferreiro, quien fue su impulsor y director hasta el año 2010. El museo fue trasladado a su ubicación actual en 1989, ocupando la antigua Casa Rectoral de la villa, que fue rehabilitada para la ocasión. Sus instalaciones ocupan una superficie de más de 3.000 m2 donde se encuentran tres áreas de exposición que se distribuyen en tres edificios principales que ejemplifican la arquitectura tradicional de la zona: Casa Rectoral, Casa del Molinero y A Casoa.
Empezamos nuestra visita pasando por el canabón, un espacio cubierto cuyo dintel del portón y el arco proceden de las ruinas de Salime, pueblo que quedó bajo el agua del embalse de Grandas de Salime en el año de 1953.
En este espacio se resguardaba la instrumental agrícola y allí se encuentran expuestas piezas de siembra y siega, entre ellas el precioso carro del país, vehículo empleado para el transporte de hierba y en la recolección de las cosechas. Las gradas que se ven sobre el carro tenían la función de desmenuzar los terrones de los sembrados.
Seguimos por la Casa Rectoral, construida en 1814 sobre un solar de otra más antigua. Fue reedificada a finales del siglo XVIII.
La distribución original de la casa contaba con una vivienda en la planta alta y cuadra y bodega en el piso inferior.
En la actualidad alberga en la planta alta los trece espacios. Una sala dedicada a la cocina, que mantiene su ubicación original y está compuesta de instrumentos de relevancia singular relacionados con la vida cotidiana y el trabajo doméstico.
Me encantó la zona de la lareira, donde está representado el fuego y a su alrededor las sillas donde se ponían las familias para calentarse y hacer la comida.
Nos pasamos a la industria textil, sala donde están expuestos los procesos de transformación del lino y la lana. Allí nos deparamos con una muestra de preciosas rocas, fusos, parafusas, urdideiras, telares, tornos de la Edad Media, tricotadoras, bobinadoras y muchos otros instrumentos utilizados en la industria textil, así como ejemplares de producciones representativas de la zona.
La siguiente habitación que vimos se denomina sala o cuarto, una estancia muy espaciosa que antaño era destinada a acoger actos sociales relevantes como banquetes, bautismos, bodas, entierros o filandones.
Allí están representados dos ambientes, un salón y un dormitorio, que están dotados de objetos y mobiliario que se fueron incorporando a los usos tradicionales rurales.
Nos dirigimos a las galerías, antiguos corredores que se cerraron para posibilitar la diversificación de funciones de los espacios. Las viviendas rurales incorporaron esta nueva tendencia a partir del siglo XIX.
Luego nos pasamos a un cuartín, un ejemplar de un típico dormitorio de las viviendas en el siglo XVIII. En esta época era común que muchos miembros de la familia durmiesen en el mismo cuarto. Este hecho se ve reflejado en el mobiliario que se encuentra en el cuarto: camas, cunas, arcas, cofres, baúles, bañera.
Nos dirigimos a la escalera que da acceso a la planta de abajo donde se encuentras expuestos arcas, diversos modelos de Gaxapos, Cachapas, Zapicos Canaos o Cornos, denominaciones asturianas para el recipiente que se utiliza para transportar la piedra de afilar durante la siega.
Mientras bajamos las escaleras podemos ver una colección de yugos procedentes de Asturias, Galicia, País Vasco, Madrid y Portugal. La diversa procedencia de las piezas nos permite hacer un comparativo de los distintos yugos existentes en la Península Ibérica.
Nada más llegar a la planta inferior, bajo el hueco de la escalera, vemos el taller de un zapatero, con su silla, mesa bajas, los muchos materiales de trabajo e instrumentos como máquina de coser, hormas, zapatos en proceso de elaboración y productos acabados. Una curiosidad: a mediados del siglo XVIII no habían profesionales de zapaterías instalados en los municipios inmediatos al Museo. Los zapateros llegaron a los consejos a partir del siglo XIX cuando el poder adquisitivo de los campesinos les permitió empezar a comprar unos zapatos para calzar en días señalados.
La bodega de la Casa Rectoral es alucinante. Tiene el suelo de tierra pisada, para mantener el ambiente fresco ya que es un espacio donde se conservaban alimentos.
Allí hay un sinfín de instrumentos e indumentaria relacionados con el cultivo de la vid, la elaboración del vino y el proceso de embutidos.
El siguiente ambiente exhibe una impecable cantina que nos muestra los productos que ofrecían a los forasteros de tránsito cuando existían las típicas ventas o viviendas situadas en los caminos reales.
Las últimas tres salas de la planta inferior son la sala de la madera, que nos enseña los muchas herramientas y elementos fabricados por los carpinteros; la fragua, el taller del herrero y sus instrumentos de trabajo y la sala de tornería, donde se fabricaban tantos objetos imprescindibles de la vajilla de las casas campesinas.
Entre el corral de la Casa Rectoral y el cabanón se encuentra un corredor, una estructura de dos alturas que alberga en su parte superior una muestra de rodas y en su parte inferior una colección de modelos de carretillas, carretas y útiles de trabajo del cantero.
Por esta zona también pudimos apreciar una reproducción a escasa de un mazo hidráulico.
Ya en el patio del Museo hemos echado un vistazo en el cobertizo, un tendejón cubierto a un solo agua donde están ubicadas una serie de máquinas para trabajar la madera y próximo al cobertizo está un fabuloso hórreo, elemento mueble básico e indispensable en la economía campesina del medio rural asturiano.
El hórreo fue levantado por el Museo en el año de 1991 reaprovechando piezas de una panera arruinada procedente de Casa Gómez, en Berducedo (Asturias).
Próxima al hórreo está la panera, una modalidad de granero de planta rectangular, procedente del pueblo de Escanlar de Hernes (Galicia) construid a finales del siglo XIX.
Al lado de la panera hay un pozo muy singular, que abastecía la Casa Rectoral, y la meda, vara de hierba en torno de la cual se va acumulando la hierba de la siega ya seca formando un círculo en la base cuyo diámetro va decreciendo en altura hasta configurar una forma cónica.
Seguimos el paseo por el patio y nos pasamos por el molino hidráulico harinero; por la era, espacio donde se hacía la trilla; por la maqueta de batán, por el cortín; construcción característica de Asturias, León y Galicia; que tiene como función proteger las colmenas situadas en el monte del fuego, robo y del ataque de los osos. Hemos visto muchos ejemplares por el Camino Primitivo.
Entramos en la casona, construida en el siglo XVII y que representa la vivienda característica de la pequeña nobleza rural o de los campesinos más acomodados. Nada más entrar en la planta baja alucinamos con la tienda mixta que expone todo el tipo de productos, de mercería, ferretería, textiles, calzados, droguería, papelería, alimentos, bebidas, dispensadores de productos, un verdadero retorno al pasado.
Nos pasamos al vestíbulo donde hay una selección de piezas que representan la evolución de los sistemas de comunicación del mundo rural. Hora de afeitarnos, y qué mejor que entrar en una barbería con objetos originales de 1929 que pertenecieron a D. Dámaso Villaverde cuya barbería prestó servicio hasta 1976.
También nos pusimos elegantes visitando la sastrería donde ojeamos desde plantillas hasta los preciosos modelitos masculinos y femeninos confeccionados en los siglos XIX y XX. Todos los muebles y herramientas de la sastrería, así como los patrones y algunas piezas inconclusas proceden del establecimiento de D. Antonio Vázquez Bellón, último sastre del consejo.
La cocina de la casona es un modelo de origen urbano de principios del siglo XX y la última sala de la planta inferior de la casona. Nos dirigimos al pasillo distribuidor expone objetos relacionados con la caza y pesca y da acceso a las escaleras que nos llevan a la segunda planta.
En la planta superior nos deparamos con la consulta del dentista, un hospitalillo, una sala dedicada a la apicultura, otra a los sistemas de alumbrado y tres salas más. La dedicada a la escuela es guapísima y uno no deja de emocionarse ni tampoco se resiste en sentarse en la mase de los maestros y maestras. La recreación del aula escolar del siglo XX es espectacular, con libros de texto, mobiliario, material didáctico y utensilios de la época.
Acto seguido pasamos a la sala de pesos y medidas y luego entramos en la sala de la madreñas, galochas y locas, o sea que un total deleite para mí ya que soy una súper admiradora de esta clase de artesanías. La madreña es un calzado habitual en el medio rural y su fabricación requiere de una técnica precisa.
En esta sala está expuesto un sinfín de madreñas con diseños, modelos y versiones magníficas, además de toda la instrumental de trabajo de los galocheiros o madreños, artesanos especialistas en este oficio.
Hacha, anzuelas, taladros, gubias, legras, cuchillas y fabulosas piezas procedentes de Asturias, Galicia, León, Cantabria y de otras regiones de la Península Ibérica se ven representadas en las paredes por una multiplicidad de modelos de los calzados que se fabrican en madera y con diferentes acabados, morfología y decoración. ¡Una colección espectacular!
Salimos de la casona y pasamos a la fábrica de gaseosas compuesta por una serie de maquinarias relacionadas con el proceso de fabricación de aguas carbonatadas efervescentes, apreciadas desde hace mucho por sus propiedades benéficas en el alivio de la acidez y los malestares estomacales.
También forma parte del complejo del Museo un cabazo, especie de granero diseñado para e secado y curado del grano; la Casa del molinero, edificación contemporánea de dos plantas destinado al trabajo interno del centro, los talleres de carpintería y restauración, salas para exposiciones temporales, despachos y almacenes; un cobertizo donde se encuentran expuestos aperos de labranza y una capilla, un pequeño edificio de nueva construcción que se ciñe a las características edilicias de la arquitectura religiosa popular de la comarca. Las vigas de la capilla proceden del puente de Salime y el retablo de la antigua capilla del mismo pueblo, que, como comentamos anteriormente, está anegado por las aguas del embalse del mismo nombre
Para encerrar este relato que os dejo acerca de este fascinante Museo vale mencionar que el repertorio material que podemos encontrar en su recinto se centra en el modo de vida rural campesino tradicional y los oficios desarrollados en dicho medio, remitiendo su ámbito geográfico a los concejos del occidente asturiano, pero incorporando también muestras procedentes de otras zonas de Asturias, de diversas regiones peninsulares y de distintas áreas europeas.
Todos los espacios del museo están milimétricamente pensados y compuestos por una notable colección de objetos e instrumentos representativos de las formas de vida de nuestros ancestros.
En definitiva, fue una visita muy agradable y todo un viaje al pasado.
De esta fantástica experiencia sólo hay un punto negativo, el tiempo que pudimos estar se nos ha hecho corto, así que hay volver una vez más para dedicar por los menos una mañana o una tarde y poder apreciar con verdadera atención todo este tesoro que compone este Museo.
Ni un solo comentario a Pepe el Ferreiro
Increíble!
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Información añadida Fernando. Gracias por tu apunte.
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